RBA, 1994
Era una de esas novelas que estaban esperando ser leídas, cuando alguien propuso ver la adaptación al cine. En verdad, hace mucho tiempo atrás, con una compañera de redacción habíamos pergeñado un ciclo de cine y literatura, con títulos entre los cuales se encontraba éste, pero no habíamos podido concretar un espacio adecuado a los objetivos. En ese entonces, ni siquiera había una edición disponible. La que poseo no es nada brillante; la traducción deja bastante que desear porque usa modismos centroamericanos, lejos del castellano neutro.
Este libro de Capote retrata como ninguno el mejor ejemplo de una ‘fuga hacia adelante’; alguien con un pasado que no desea recordar, un presente de reuniones sociales y pasatismo barato, donde el futuro se sospecha desolador.
Holly Golightly encarna la frivolidad y el glamour de una joven desprejuiciada en su veintena. Amante de la sofisticación que transita el New York de los años ’50, no escatima esfuerzo ninguno –incluyendo la prostitución y el narcotráfico- con tal de adquirir renombre y ser parte de esa vida disipada de la posguerra, sin nostalgia ninguna por el pasado. De hecho, hasta ha cambiado su nombre propio. Su vida se ha vuelto sólo presente.
A su vez, quien relata su acontecer –a manera de evocación posterior- es un escritor que comparte el edificio donde ella vive y quien se ha hecho amigo –aunque sus expectativas iban más allá- de Holly, salvándola de insidiosas situaciones cotidianas.
El texto es llevadero, de gran fluidez y un estilo que utiliza la propia jerga neoyorquina en sus diálogos. Capote se hace eco de los avatares de la protagonista para mostrarnos la otra cara del mundillo de ‘celebrities’ y famosos: la sordidez y soledad a que se ven sometidos aquellos que no pueden ser parte de lo ‘fashion’ y sólo alientan la ilusión de pertenecer.
Un último párrafo merece la puesta en escena de Blake Edwards, con una adorable Audrey Hepburn en el protagónico y George Peppard en el rol del escritor. Capote hubiera preferido a su amiga, Marylin Monroe, pero ella lo rechazó para no quedar encasillada en esos roles. El film quizás no sea todo lo apegado al libro que debiera, pero entre ambos actores salvan las diferencias y vuelven entretenida a esta comedia romántica, donde el final ha sido reelaborado, acorde a las necesidades del director; un final que resulta esperanzador y feliz, no tan sombrío como lo es en el libro.
Marcelo Zuccotti