Anagrama, 2011
Se conjugaron dos razones no despreciables para leer esta breve novela, a saber: mi total desconocimiento tanto del autor como de su obra –lo que ocurre en el noventa y nueve por ciento de los casos de escritores contemporáneos, convirtiendo una de aquellas en mera excusa- y la otra –más de fuste- de haber visto no se bien en qué suplemento de espectáculos de un periódico local, el anuncio del regreso de Bernardo Bertolucci a la pantalla grande, después de más de una década sin filmar, con una versión basada en esta obra. El film no ha arribado aun a estas costas, lo que sin duda inclinó mi balanza interna en pos de su elección.
El libro es una evocación de su protagonista, diez años después de ocurrido, de un hecho que sólo contaría como una de las tantas anécdotas curiosas en la vida de un ser, si no tuviera sus consecuencias en el presente.
El hijo menor de la familia Cuni, Lorenzo, cuyo padre está casado en segundas nupcias, es un púber de escasos catorce años con tendencia al aislamiento y a la introversión. Sólo gusta de jugar a un video juego y leer algunos libros de Stephen King. Aprovecha una semana de vacaciones escolares para mentir a sus progenitores que se irá a esquiar invitado por la madre de una compañera, y ocultarse en un sótano del condominio donde vive –que oficia de depósito de trastos- con el fin de disfrutar de su soledad. En medio de su experiencia, una casualidad lo lleva a entablar relación con su media hermana, Olivia, nueve años mayor, fruto del primer matrimonio de su padre, con quien no ha tenido mayor contacto a lo largo de su existencia. De temperamento resuelto y adicta a las drogas, la necesidad la lleva a solicitar asilo en ese sórdido sótano y cierto grado de asistencia fraternal. Así, ambos compartirán durante algunos días las vicisitudes de la vida en común, llegando a saber un poco más uno del otro. Esta convivencia forzada determinará el fin de la infancia de su personaje principal y su ingreso al mundo exterior.
Narrada en primera persona del singular, el libro resulta ameno y coloquial. Ambientada en Roma del año 2000, Ammaniti recurre a muy pocos elementos narrativos para transmitirnos una atmósfera intimista y sensible, construida por un niño tímido y neurótico, un padre ausente, una madre sobreprotectora y una hermana de carácter ‘difícil’. Pero también permite entrever las características del comportamiento de su protagonista tanto como una mirada descarnada y actual acerca de aquellos que pertenecen a una clase social acomodada, exponiendo todos sus miedos, que sobrenadan como una medusa por la superficie de un mar embravecido.
Fluido, el pequeño libro se lee fácil y rápido, sin dejar mayores huellas. Puede resultar oportuno para leer durante un viaje.
Marcelo Zuccotti