jueves, 26 de junio de 2014

Perderlo todo. Entre tonos de gris, Ruta Sepetys


Océano, 2012

       Lo vi en la blogosfera hace ya algún tiempo y lo apunté. Nos encontramos de casualidad en una librería y me acordé de esas líneas. Esperó lo que espera un libro para ser leído y aquí está.

            Basado en una historia real, el acontecer de Lina Vilkos -una lituana de quince años de edad- se desarrolla desde que es capturada en su casa en Vilnius en 1941, hasta sus días en Trofmovsk, en el Círculo Polar Ártico, más de un año después, sin vestimenta apropiada ni posibilidades de fuga, en medio de una geografía hostil e inclemente, en la antesala de la muerte por inanición y congelamiento.

            Con sólo la compañía de su madre, su hermano menor y el hijo de otra cautiva, Lina se las ingeniará para pelear por su vida y la de su familia cuando las condiciones se deterioren, sin prostituirse y sin perder su dignidad. En este sentido, el texto resulta una inyección de ánimo para quienes luchan por la liberación sobre sus opresores y una esperanza nunca abandonada  de alcanzar la libertad, aun a precios altos.

            El libro se lee rápido, puesto que su estilo es coloquial y fluido. Su lectura alterna momentos conmovedores –como el festejo de la Navidad entre todos los que componen el grupo capturado- con escenas descarnadas, que proporcionan una visión sobre la crueldad del stalinismo soviético con aquellos que han sido sus víctimas por el solo hecho de ser opositores.

            ¿Cómo hacer frente al despojo, al ser arrancado de la propia casa una madrugada? ¿qué queda en el interior después de haberlo perdido todo –todo aquello que era parte de tu vida cotidiana, tu mundo-? ¿Cuánto tiempo podemos mantener las esperanzas de que todo se resuleva favorablemente? Y si no, ¿qué hacer para sobrevivir cuando todo parece imposible? Estas son preguntas que la propia autora nos formula a la hora de reflexionar.

            La falta de provisiones para alimentarse; la manera en que el régimen los obliga a ganarse el pan; las humillaciones que sufren las mujeres en manos de sus captores; la indigencia ante el frío glacial y la solidaridad, son tópicos que se desgranan a lo largo de sus páginas. No obstante, la novela no abunda en sensiblerías ni golpes bajos, aunque contiene golpes de efecto que cambian el curso de la trama, de manera que el lector llega a empatizar con sus personajes principales.

               Un buen ejemplo de novela histórica moderna, reelaborada en base a testimonios de la época, que cobra un tinte optimista y esperanzador hacia el final. Para tomar en cuenta.

sábado, 21 de junio de 2014

Exiliados del mismo reino. La intrusa, Éric Faye


Salamandra, 2013

          Lo apunté al leer las líneas de Marisa, aunque había pasado ya mucho tiempo cuando lo encontré. Dudé al abrirlo, porque no recordaba muy bien la trama. Pero llamó mi atención descubrir que el verdadero título fuese Nagasaki. Era la primera vez que hallaba un libro en el que su título en español no tuviera nada que ver con el de origen. Y si bien esperaba que estuviera ambientado en esa célebre ciudad del Japón, me resultaba curioso que su autor fuera francés. La combinación de ambas sorpresas decidió su suerte.

            Shimura Kobo es un cincuentón que habita un barrio de Nagasaki. Se desempeña como meteorólogo y vive solo en una modesta casa. Su vida se ha vuelto rutinaria, producto de una serie de desencuentros y mala fortuna amorosas. Un día, nota que del refrigerador le están faltando cosas, como si alguien consumiera sus alimentos: yogur, jugo de naranja, etc., mas no acusa otra ausencia del resto de los efectos personales. Alarmado por un posible hurto, instala una cámara que puede controlar desde su ordenador en su oficina. Desde allí, descubre que una mujer se pasea dentro de la casa en las horas en que él trabaja. El resto de la historia se resume en la denuncia y posterior captura de ‘la intrusa’.

            Con una prosa concisa y fluida, Faye nos adentra en una serie de reflexiones: ¿por qué habitamos las casas que habitamos?, ¿cómo nos apropiamos de nuestro espacio?, ¿cómo elegimos el lugar en el que decidimos vivir?, ¿cuánto influyen los momentos felices en el recuerdo del lugar donde alguna vez vivimos?, ¿qué sentimos cuando ese lugar tan grato es demolido, o cuando alguien se nos entromete sin permiso? Estas son las cuestiones a responder en este breve y emotivo libro.

        El marcado contraste entre la experiencia personal respecto de la vivienda de sus protagonistas y los motivos vinculados al sentido de la propiedad que cada uno alega, unidos a la naturaleza nostálgica y evocativa de un pasado más auspicioso que el vacío y angustioso presente, son los sustanciosos condimentos que permiten que el texto vaya mucho más allá de la propuesta narrativa del autor. Con líneas sobrias, sin excesos ni minimalismos, y un final brillante, Faye entreteje un sentido y profundo relato sobre la propiedad y los afectos, sin omitir una mirada acerca de la soledad y la frustración. Un libro para tomar en cuenta.

lunes, 16 de junio de 2014

Hotel Existencia. Brooklyn Follies, Paul Auster


Anagrama, 2008

           Una recomendación del 2008, apuntada en 2009, hizo que me hiciera de un ejemplar. En el ínterin, adquirí otras obras de Auster y sólo di lectura a ‘La habitación cerrada’ -uno de los textos que compone la ‘Trilogía de Nueva York’-, que era parte de una colección impresa por un periódico local presentada en una mínima edición de bolsillo. Me pareció oportuno encarar alguno de sus títulos y la elección recayó en éste por el hecho de ser el que más esperó ser leído.

         Nathan Glass es un jubilado sesentón, divorciado a la fuerza después de treinta y tres años de matrimonio. La supervivencia a un cáncer de pulmón ha empujado su decisión de regresar a Brooklyn, su lugar natal, para terminar –si se quiere- sus días en esta tierra. Tiene en proyecto escribir sobre las idioteces propias y ajenas que ha aquilatado en su vasta experiencia de vida –‘El libro del desvarío humano’-. Suele asistir a la fonda del barrio, por el solo hecho de estar enamorado de la camarera centroamericana, y también a la librería de usados de Harry Brightman.

            En ella, un día se encuentra con su sobrino Tom, otrora esperanza intelectual de la familia, después de muchísimos años de ausencia de noticias. Éste, un joven treintañero que se gana la vida como taxista, retoma el vínculo con su tío y los días les van deparando otras historias: la verdadera identidad del librero, la llegada misteriosa de la sobrina de Tom –enviada por su hermana Aurora-, los inolvidables días vividos en las inmediaciones de Brattleboro, el rescate de Aurora y los amores de sus protagonistas, son el condimento que un inteligente Auster ha sabido disponer para construir un relato en base a hechos cotidianos.

            Ambientado en ese barrio de Nueva York en el año 2000, destaco la prosa dinámica y fluida de Auster –que le ha deparado tantos adeptos y adictos-. El libro se lee rápido, las aventuras se suceden y conducen hacia un final reflexivo. Es la búsqueda del ‘Hotel Existencia’, una suerte de refugio interior donde resguardar los momentos felices, la realización personal, la sensación de bienestar, el fluir con la vida sin mayores preocupaciones; una construcción imaginaria que nos alberga cuando nuestra vida se desmorona y el vacío se hace presente, un lugar al que acudir cada vez que el entorno se vuelve más difícil de aceptar, y a la vez nos permite enfrentar el futuro con cierto grado de esperanza, cuando todo ha perdido sentido.

        Narrada en primera persona por Glass, quien alterna el protagonismo con Tom, la novela devela distintas regiones oscuras del pasado familiar y de la galería de personajes que los acompaña. Todo el conjunto ofrece así una meditación sobre la felicidad y cómo el paso de los años nos va dejando poco margen para hallarla y vivirla intensamente. Un libro que aporta una mirada optimista acerca de la vejez y de la vida en sociedad.

miércoles, 11 de junio de 2014

Darse cuenta. El corazón helado, Almudena Grandes


Tusquets, 2009

        El título había surgido una noche de verano de fines del 2009 en medio de una celebración entre amigos cuando, después de tragos y tapas, comenzamos a hablar de libros. Al poco, decidí hacerme de un ejemplar; mas al ver el volumen de más de mil páginas mis convicciones acerca de su lectura comenzaron a flaquear y quedó arrumbado en medio de muchos otros. El viaje por unos pocos días hacia la cordillera de los Andes propició el inicio de su lectura, como único acompañamiento.

            Este libro es muchos libros. Por una parte, es una historia de amor de principios de este siglo entre descendientes de quienes se enfrentaron durante la Guerra Civil española. Por otra, es la historia de dos familias que vivieron esa circunstancia de manera distinta; una, republicana, exiliada en Francia en condiciones misérrimas y la otra, dentro de las fronteras del franquismo vencedor. En medio de ello, está la historia de un despojo infligido a los derrotados por quien fue capaz de aprovechar la ocasión para cambiar de bando.

      La muerte del octogenario Julio Carrión González, empresario madrileño de la construcción, dispara el encuentro entre los protagonistas, su hijo Álvaro Carrión Otero y Raquel Fernández Perea. Lo que se inicia como una pasión sin fronteras conduce al descubrimiento de la verdad de lo ocurrido al finalizar el enfrentamiento civil. El contraste entre el exitoso y excelente padre amante de sus hijos, y el impostor, usurpador, que ha construido su propia fortuna con el expolio de los bienes ajenos merced a un vínculo del que ha renegado, es la esencia de la narración. Álvaro se debate justamente entre ambos extremos. Es ese ‘darse cuenta’ el que destruye la figura paterna e inficiona de sospechas y suspicacias la imagen familiar, que salpican de desdoro a su madre y a sus hermanos. Es lo que impide que su amor por Raquel goce de un futuro venturoso, siendo ella la nieta –y vocera- de la víctima de su padre.

            Ambientado en Madrid en el año 2005, Grandes compone su relato en un ir y venir temporal, intercalando acertadamente lo que acontece con sus personajes principales y los sucesos que han tenido lugar en ese ayer tan dramático y doloroso. A través de sus páginas apreciamos qué les ha deparado la vida a quienes se encontraron en veredas opuestas. ¿Puede haber ignorado toda una familia tamaño perjuicio, o es que ha habido cómplices que decidieron callar? ¿De qué sirve descubrir la verdad después de más de medio siglo de injusticia? ¿Acaso puede hacerse algo al respecto? Hay un debate ético implícito respecto de los abusos cometidos con la excusa de que ‘en aquel tiempo no había leyes’. También es cierto que hay quienes prefieren ignorar lo ocurrido y seguir viviendo de la misma manera.

           Escrita en estilo coloquial, la narración es fluida y dinámica, si bien abunda en pequeños detalles que disminuyen el ritmo de lectura y ocupan más páginas que las necesarias. El tamaño dificulta el traslado del ejemplar a nuestras actividades cotidianas, por más que la historia nos resulte atractiva. Por lo demás, un excelente testimonio de la vida de los exiliados y su regreso a la muerte de Franco. Valioso libro.

viernes, 6 de junio de 2014

Soledad nórdica. Un vasto y desierto paisaje, Kjell Askildsen


Lengua de Trapo, 2002

               Escuché de Askildsen por primera vez en un encuentro fugaz con un lector que me lo recomendó a fines de 2010. A partir de allí, tomé contacto con ‘Cuentos reunidos’, una selección de diversos trabajos –que incluyen algunos de los que componen el presente- y me pareció algo distinto, enrolado en el subgénero de microrrelatos, en el que destaca por ser uno de sus más brillantes representantes.

       Este volumen se compone de siete relatos cuyo común denominador es el vacío, la soledad. Así, quien tiene que efectuar la visita cotidiana a una hermana insufrible; aquel que se fuga de casa con motivo de una colisión de vehículos; el que niega la existencia de su hermano mellizo; el entierro de un perro –muerto, sin saberse las circunstancias-; el abandono del núcleo familiar tras la muerte del padre; la quema de un comodín del mazo de una baraja o la pérdida de la esposa en un accidente de automóvil pueden servir como elementos disparadores para distintos niveles de desencuentro, de aislamiento y, por qué no, de desidia y bajeza humanas.

            Todos los personajes están desconformes con la realidad que les toca vivir; no pueden sobrellevar un minuto más su desazón, su frustración, su desamparo. Cada uno de ellos vive en medio de la sordidez de una sociedad ausente, como si no perteneciera a la escena que se les adjudica, sin definiciones precisas sobre su futuro ni claridad acerca de su pasado. En cierto aspecto, se debaten entre el rechazo social -propio del estilo de Kafka- y la tragedia existencial de los protagonistas de Carver.

          Los relatos, bien elaborados y concisos, no dejan de ser inquietantes, ni impiden transmitir el desasosiego existencial, que la atmósfera cruda y descarnada en la que se insertan se encarga de reforzar. La incomunicación, el discurso interior, la carente capacidad de convivencia, son elementos de los que se vale Askildsen para construir escenas de soledad angustiante. En esa línea, el vacío aflora como amo y señor de vidas huecas, sin sustento ni objetivos.

           Escrito con frases breves y tajantes, el libro se lee rápido. No obstante, las situaciones extremas y la necesidad de abandonar convenciones sociales resultan un cóctel bastante peligroso para quienes desean transitar una lectura llevadera. Un libro destinado a reflejar –y sopesar- la psiquis del hombre actual.

miércoles, 4 de junio de 2014

Desafío polifónico. Marcel Proust


          Primero, fue Cristóbal Colón, partiendo con tres cáscaras de nuez con el fin de encontrar una ruta para arribar a Indias y sus especias.

            Luego, fue la Misión Apolo, una serie de intentos de llegar a nuestro satélite compañero, la Luna.

            Rescatando el espíritu de aventura y la trascendencia que ambos hechos –tan distantes en el tiempo y tan cercanos en su concepción- cobraron en nuestra Historia, de manera que ya nada pudo ser igual a lo anterior, un grupo de lectores ávidos decidimos iniciar el próximo sábado 21 de junio la quimera de encarar la señera lectura de Marcel Proust: En busca del tiempo perdido.

          Albergamos la esperanza de concluirlo, munidos del temple necesario para transitar sus miles de páginas, divididas en siete volúmenes, en una travesía abierta, en la que cada lector podrá leer a su propio ritmo y, de ser necesario, abandonar cuando así lo considere.

            Invitamos a todo aquel que quiera unírsenos en semejante desafío. Será bienvenido y compartiremos nuestras experiencias, que seguramente nos enriquecerán y fortalecerán a lo largo del camino. 

              ¡Buena y provechosa lectura!