domingo, 31 de diciembre de 2017

Fin de AÑO RUSO

            Haciendo un recuento de los libros leídos durante el 2017, queda claro que la literatura rusa ha tenido preponderancia absoluta, tal como queda demostrado por la cantidad de títulos de ese origen. No es para menos; la propuesta inicial me arrastró a encarar muchas obras que ni siquiera se hallaban en mi haber y fueron apareciendo a lo largo del año. Algunos autores no figuraban en el listado original; otros, fueron dejando su lugar a algunos más contemporáneos.

            Así, aparecieron bajo esta etiqueta dos Versiones Originales rescatadas del recuerdo, veintinueve títulos en papel, uno en formato digital, reunidos en treinta y seis volúmenes. Al mirar hacia atrás la lista parece extensa pero soy consciente de que es incompleta. Afortunadamente, quedan otros muchos libros de autores rusos para seguir despuntando el noble vicio de leer, porque la literatura siempre da revancha.

            No quería despedir el 2017 sin agradecer a todos aquellos que, de uno u otro modo, con comentarios y palabras de aliento o con la sola lectura de las reseñas, apuntalaron a lo largo del año esta loca quimera de allegar obras de autores rusos. Valgan estas torpes líneas como gesto de cariño y reconocimiento a cada uno en especial. Ojalá que aquel deseo de marras de descubrir nuevas letras y escritores a potenciales lectores se haya cumplido.

            ¡Feliz 2018 y buenas lecturas!

A excepción del libro digital, el Año Ruso completo, junto a un mudo par de testigos

jueves, 28 de diciembre de 2017

Archipiélago Gulag. Libro 3, Alexandr Solzhenitsyn


Tusquets, 2010

           Este volumen final se divide en tres partes. En la Quinta Parte, El presidio, Solzhenitsyn repasa la formación de los Campos Especiales, donde destinaban a los condenados por el Artículo 58, excepto a aquellos encargados de propaganda antisoviética. Además, comienza a relatarnos su periplo a lo largo de los años 50, en Ekibastuz, Kazajistán, donde comenzó a escribir Un día en la vida de Iván Denísovich, hasta que cumplió su condena de ocho años y fue liberado, aguardándole aún el destierro perpetuo.

            Lo más relevante de esta parte reside en su visión sobre las insurrecciones, evasiones y fugas de los distintos presidios; la lucha contra el nuevo gobierno de Jruschov -que le permitió publicar alguna de sus obras-; la necesidad de desmantelar los campos que conformaban el Archipiélago y la repercusión de la caída de Beria a la muerte de Stalin, con el comienzo del período de deshielo.

            En la Sexta Parte, El confinamiento, se ocupa de la vida en el destierro. El autor, una vez en libertad, fue enviado al pueblo kazajo de Kok – Terek, entre 1953 y 1956, donde ejerció de maestro de matemáticas y física para ganarse la vida, mientras continuaba escribiendo clandestinamente.

            En esta parte se enfoca el afincamiento al presidio de los reclusos quienes, una vez liberados, volvían a él porque no había posibilidad de reinserción social; la necesidad de olvidar el pasado en el campo, la falta de hábito al reencontrarse con los familiares. También narra cómo el Estado encontró la manera de apropiarse de las tierras de los campesinos utilizando el proceso de ‘deskulakización’ –kulak: propietario burgués de tierras- y condenando al hambre, a la miseria y a la muerte a casi quince millones de aldeanos sin más que su porción de tierra y trabajo. Finalmente, cómo el uso indiscriminado de la deportación se aplicó a pueblos enteros y cómo vivían extranjeros –griegos, alemanes, coreanos- en Kazajistán.

            La Séptima Parte, Stalin ya no está, expone la supervivencia de los campos de exterminio y confinamiento bajo el mando de Jruschov, por más que el relato oficial negara su permanencia y, sobre todo, las repercusiones de la publicación de Un día… y cómo el poder soviético, abrumado por la denuncia implícita, inspiró a una corte de escritores oficialistas para acallar el malestar de la opinión pública al conocer la verdad.

El Archipiélago en toda su dimensión

            De los tres volúmenes que componen esta obra monumental, éste es el más personal e íntimo, donde el autor vuelca su propia versión de lo ocurrido durante casi quince años. Si bien repite el esquema de los anteriores, con infinidad de relatos testimoniales, el lector toma conciencia de las emociones de Solzhenitsyn y de su mirada crítica a su propio desempeño.

            Siempre fluido, aunque algo repetitivo, este ensayo es una formal denuncia de un régimen opresivo que imperó más de setenta años en base a terror y delación. Indispensable para hacer ejercicio de memoria.

sábado, 23 de diciembre de 2017

e-book 24. Poética del dolor de la pérdida. Mortal y rosa, Francisco Umbral


Booket, 2007

I.

            Quería cerrar el año con un par de libros señeros, de los que dejan huella; por eso escogí éste entre varios. Fue Yossi Barzilai quien lo recomendara y me allegara gentilmente la copia digital hace casi tres años. Luego vinieron las opiniones de dos grandes lectoras, Utopía y AnaBlasfuemia, quienes mentaron la obra en sendas reseñas. Me pareció un título digno de cierre y lo encaré.

II.

            El propio Umbral se encarga de contarnos que el libro es una suerte de diario personal que, como tantos otros, fue escrito en horas dolientes, y abandonado un par de veces, para ser proseguido a fuerza de empellones y ejercicio de una constancia no siempre presente. Basado en reflexiones disparadas por la muerte de su hijo, el autor no se circunscribe al dolor causado por su deceso –aunque es el tema central- sino que arrastra a otros ámbitos el dolor de la pérdida en general: la vida de un ser querido, la juventud, las creencias…


La edición digital, gentileza de Yossi Barzilai

III.

            Con una prosa que alcanza ribetes líricos, Umbral construye una sentida expresión del dolor en base a pura sinceridad, utilizando metáforas elaboradas, letras de canciones y fragmentos de otros autores que acompañan al texto poético de quien se siente desolado por la pérdida de ese hijo que encarnaba su compromiso con la vida, con el futuro. Así, de esa trunca experiencia nos participa Umbral con el esplendor de sus palabras, giros y toda una gama de recursos estilísticos que ponen de manifiesto cuánto dolor alberga su corazón ante tamaña ausencia.

IV.

            Los libros –su olor y su tipografía-; la literatura y el ambiente literario –los escritores, sus afanes, sus sueños, sus bajezas-; las mujeres –el sexo, su carnalidad, el erotismo- son también parte de este derrotero sin orden, a salto de mata, plenamente evocativo y reflexivo de un hombre que, sin su hijo, se ha quedado virtualmente desnudo, sin brújula ni objetivo. Un libro que duele en su contenido, pero de una belleza estética sin par, recomendable para todo lector sensible.

lunes, 18 de diciembre de 2017

Archipiélago Gulag. Libro 2, Alexandr Solzhenitsyn


Tusquets, 2005

        Esta segunda entrega también se divide en dos partes. La Tercera Parte, Campos de trabajo y exterminio, en algo más de una veintena de capítulos, aborda su formación y las características sobresalientes de la vida en los campos. Así, comienza con el primer campo en las islas Solovkí –hacia 1918- y cómo fue extendiéndose la red. Luego, presenta su organización administrativa, el origen de los trabajos forzados, la construcción del canal Belomor y sus miles de muertos; el endurecimiento del régimen carcelario después de 1937; la aparición de fuerzas de choque; las diferencias entre siervos y zeks, la vida de fascistas capturados en la guerra; las falsas declaraciones del trabajo, coimas y negociados; la vida de las mujeres; las particularidades de castas: enchufados, indígenas y brigadistas; el destino de los comunistas ortodoxos, de los socialistas y de los cristianos; la cooptación de chivatos y soplones; los fusilamientos; la generación de cofrades y rufianes socialmente afines; los cachorros o menores de edad; las cartas como forma de evasión; la vida de los zeks con sus detalles; los guardianes y generales del Gulag; los poblados aledaños y los hombres libres.

            Aquí destaco algunos temas. Primero, la reflexión acerca del trabajo de los condenados: el sistema soviético necesitaba construir canales, carreteras y vías navegables y no habría de acudir al sistema capitalista de concesión y licitación. Qué mejor que el uso indiscriminado, a destajo, de los presos, mano de obra gratuita sin poder de rebelión. Cuando éstos morían, llevaban otro contingente. Segundo, la generación de una clase social acomodada que tenía trabajo de asistencia y logística en los campos –quienes compusieron casi el 90% de los liberados- con beneficios en el trabajo y nutrición. Tercero, el triste final de todos aquellos que no eran capaces de ser doblegados en sus creencias –políticas y religiosas- y terminaron fusilados o muertos por exceso de trabajo y mala alimentación. Por último, la proliferación de mafias en los negociados –como en casi todas partes- con el fin de obtener un poco más de comida y alguna otras bondades.

            La Cuarta Parte, El alma y el alambre de espino, encara, en cuatro capítulos, los sentimientos humanos, el mundo de las ideas, el envilecimiento, la autorrepresión y los destinos de algunos de los zeks con quien el autor mantuvo relación. En ella se alude al sentimiento de inocencia de la mayoría de los condenados  y la mirada orgullosa de lo realizado con las propias manos.

            En esta parte se enfoca la situación mental del recluso, con sus sentimientos de culpa, de venganza de sus delatores, de amor a la vida y de la supervivencia como único objeto y a cualquier precio. Muchos de ellos se envilecían, se traicionaban a sí mismos y se abandonaban a la muerte como medio de fuga de un presente atroz que sólo alberga un futuro aún peor. Si bien eran pocos los suicidios en los campos, eran más los sentimientos negativos de odio y rencor que afloraban y se descargaban entre custodios y reclusos, y entre éstos.

            Este volumen testimonia la realidad del condenado expuesto a trabajos forzados, con alimentación deficiente y condiciones climáticas rigurosamente adversas. Pero también lo hace con la vida dentro de los campos, sus castas, su desarrollo y permanencia y detalla las acciones de las que cada cual ha tenido que valerse para mantener un mínimo de esperanza y sobrevivir a esa vida misérrima y sinsentido. En este aspecto, la deshumanización constante a la que son sometidos los presos, sus rutinarias y aburridas vidas, la  exposición constante a la delación y la imposición del autoaislamiento como medida defensiva señalan inequívocamente las pocas probabilidades de salir con vida de sitios semejantes. En suma, una exhibición de los horrores de los campos de exterminio soviéticos infligidos a sus propios habitantes.

miércoles, 13 de diciembre de 2017

Pelibro 11. Tren nocturno a Lisboa

               Una entusiasta reseña de U-topía hace ya un par de años, despertó mi curiosidad sobre libro y autor. De hecho, leí otro título de Mercier con el que contaba previamente, gracias a ello. Mas uno de los comentarios efectuados en aquélla, indicaba la existencia de una realización cinematográfica basada en ese trabajo. El poder acceder a una copia de la misma, generó este Pelibro.

Libro


Pascal Mercier (Cántaro, 2006)

            Raimund Gregorius, un metódico profesor bernés de lenguas antiguas, al dirigirse a su lugar de trabajo bajo una lluvia copiosa, rescata a una joven mujer de arrojarse a las aguas del Aar sobre el puente de Kirchenfeld. Ella lo acompaña a su clase, le dice que su idioma natal es portugués y desaparece en el recreo. La melodiosa pronunciación del portugués pica su curiosidad y encamina a Mundus –así lo llaman sus alumnos- hacia una biblioteca cercana donde, sobre la mesa, una mujer deja casualmente un libro de Amadeu Inácio de Almeida Prado, El orfebre de las palabras, que comienza a hojear sin entender nada. El bibliotecario no sólo traduce un párrafo sino que le regala el ejemplar. Tocado por parte de su contenido en su fibra íntima, Gregorius decide abandonar sin más sus lecciones en la escuela, su casa, su vida e ir en busca del destino de ese poeta y filósofo con cuyas apreciaciones tanto se identifica.

            Comienza así el periplo de un hombre de cincuenta y siete años, a quien su mujer ha abandonado hace unos meses, en busca de ese otro lisboeta. A la vez que indaga en la biografía de Amadeu Prado a través de quienes le han conocido, su viaje también es una búsqueda de sí mismo; una aventura hacia las entrañas de ese Yo que, escondido tras una vida monótona, aún pervive en lo profundo de su ser.

            La novela está escrita en una suerte de canon musical. Por una parte se encuentra la línea argumental del viaje de Gregorius hacia el pasado de Prado, mientras repasa su propia historia, antes y durante el viaje. Por la otra, en letra cursiva, están las reflexiones y pensamientos de este último, por momentos contradictorios y en otros, de plena claridad. ¿Cómo nos vemos a nosotros mismos?, ¿igual que nos ven los demás? ¿Cuánto nos apartamos de nuestra naturaleza para no sentirnos solos o no ser aislados por la sociedad?, son algunas de las preguntas que formula Mercier en este maravilloso libro que habla de temores, sueños, anhelos, la fuerza de los recuerdos y las ganas de vivir, y del valor de las palabras como medio de liberación.

            Ameno, fluido, con personajes entrañables de construcción psicológica adecuada y perfectamente delineados, sus más de cuatrocientas páginas se disfrutan en plenitud, pues dejan mucho material para meditar y bucear en cada uno de nosotros. Un best seller que va largamente más allá de lo esperable.


Film


Bille August (Studio Hamburg Filmproduktion, 2013)

              El film de August es una versión libre del libro de Mercier, al que se apega bien en la mitad de la historia y adapta el resto para ofrecer un drama romántico, agradable a la mayoría del público.


            Si bien en la novela existe un triángulo amoroso durante la dictadura de Oliveira Salazar en el Portugal de los años ’70 del siglo pasado, no cobra tanto relieve como en el guión del realizador danés, que hace de él su nervio conductor. Ni tampoco el rol de Gregorius alcanza el realce que el director propone a su protagonista.

              Con escenas creadas ad hoc para el film –que no figuran en el original- y un final abierto que no coincide con la novela, la película queda a medias aguas entre el romance y el thriller, carente del perfil filosófico – reflexivo, verdadero objeto del libro de Mercier, del que toma e intercala algunas frases, sin continuidad ni ilación, sólo para reforzar el perfil psicológico de Prado.

             Destaco la sólida actuación de Jeremy Irons en el rol protagónico, bastante cercano a su homónimo literario, y las efectivas aunque breves apariciones de Charlotte Rampling, Christopher Lee y Lena Olin. El resto del elenco acompaña adecuadamente, sin descollar.

              Ambientado hacia el año 2000, con fondo repartido entre Berna y Lisboa y abundante uso del flashback, el film mantiene el interés y parte de la tensión narrativa hasta el desenlace –tras casi dos horas de duración-, sin alcanzar el brillo, los matices y la complejidad del texto literario, ofreciendo así un producto potable para el espectador, aunque sin mayor recuerdo.
     

Testimonio del undécimo Pelibro

viernes, 8 de diciembre de 2017

Archipiélago Gulag. Libro 1, Alexandr Solzhenitsyn


            Final de mi Año Ruso, con apoteosis y fanfarria. He debido hacer malabares para poder conseguir esta ya agotada edición en tres volúmenes, puesto que ninguna librería local poseía más que alguno de ellos –casi siempre los mismos-. Debido a su extensión de más de dos mil páginas y la importancia de la obra en cuestión, presentaré su contenido en sendas reseñas. Ojalá que las líneas que siguen estén a la altura del titánico esfuerzo que significó no sólo su lectura sino los meses de búsqueda, desánimo, hallazgos fallidos y finalmente el éxito tan ansiado, frutos del tesón y del empeño, propios de la naturaleza obsesiva de quien escribe.

            Para comenzar, es necesaria una aclaración. Este libro no es una novela; es un ensayo minucioso sobre el accionar del gobierno soviético y de su policía política -con su red carcelaria clandestina- a lo largo de un período que abarca el ascenso de los bolcheviques hasta la caída de Jruschev, y más aún.

            Este primer volumen se divide en dos partes, con sugestivos títulos. La Primera Parte, La industria penitenciaria, detalla en una docena de capítulos los pormenores de los motivos de arresto; la existencia de riadas, es decir, de detenciones masivas de opositores o sospechosos contrarrevolucionarios de cualquier índole; el destino inmediato de los detenidos en las cárceles en espera del sumario, y la instrucción del mismo; los encargados de las detenciones y las características de las celdas; los mecanismos de la ley y la composición del famoso Artículo 58 –por cuya interpretación podía ser denunciado y condenado cualquier mortal-; el comportamiento de los jueces; la vida en la cárcel; el trato brindado a los que regresaron tras la IIGM; las sentencias, los tribunales y el régimen penal.

            Lo más destacado de esta parte se encuentra en el trato dado a los detenidos: la tortura como medio extendido para sonsacar información, las condiciones infrahumanas a las que eran sometidos –que, comparadas con las de la época zarista, éstas eran lujosas-, los apremios y despojos de que eran objeto en las celdas, el sometimiento al hambre y a los trabajos forzados a que eran destinados. También se acompaña de una investigación documental sobre los distintos procesos judiciales que tuvieron lugar en el período, que fortalecen la narración.

            La Segunda Parte, Perpetuum mobile, se ocupa, en cuatro capítulos, de la composición y traslados al supuesto Archipiélago que, a estas alturas, ya sólo resulta un eufemismo. Al inicio, expone las características de los traslados a través de vagones con zeks (reclusos políticos) y delincuentes comunes hacia las prisiones de tránsito, en las que los detenidos pasaban un cierto período para ponerse en marcha nuevamente hacia otro destino, transitorio o definitivo. Luego, narra la vida en estas prisiones y cómo se podían cambiar plazos de reclusión o de destino mediante sobornos; cómo eran ‘comprados’ como esclavos y tratados como tales; los traslados en barco hacia Magadán, capital de Kolymá, en Siberia y, por último, las ventajas en la vida y la alimentación de los presos con destino especial –científicos en su mayoría-.

            Rescato de esta parte el traslado continuo al que alude el título, en vagones hacinados, con carencia de agua; la exposición al saqueo de los centinelas y a las inclemencias climáticas extremas, la escasez de víveres en general y el destino a una muerte segura ya fuese en tareas extractivas o de infraestructura. En las antípodas se encuentra el tratamiento brindado a aquellos que, formados en ciencias duras, podían tener un pasar mucho más acomodado –sin ser brillante, tampoco-, con celdas más espaciosas y una alimentación más acorde, por el solo hecho de poner a disposición del Estado soviético sus conocimientos en aras de alcanzar un grado de desarrollo nuclear competitivo con la emergente potencia mundial de la Gran Guerra Patria -los E.E.U.U.-, quienes ya habían hecho conocer al mundo su poderío, tras arrojar las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki.

            Todo el libro es un relato testimonial de cómo el hombre común podía caer en las garras de un sistema totalitario, tan hegemónico como opresivo, sin lugar a la disidencia ni al fracaso –para esto, basta con leer acerca del trato recibido por los soldados que habían caído prisioneros de los alemanes, al concluir la guerra-. Si mucho se ha escrito sobre la Shoá, a través de los recuerdos de quienes tuvieron la dicha de sobrevivir a los campos de concentración nazis y su estela de muerte, Solzhenitsyn nos revela la trastienda del triunfalismo stalinista, con sus millones de muertos y desterrados, que no van a la zaga de su oponente teutón, si no más bien al contrario, se funde con él. Una acabada muestra de lo que el poder omnímodo puede deparar a sus ciudadanos cuando se ausentan los resortes legales que limitan y controlan ese poder.


domingo, 3 de diciembre de 2017

Burlarse de la propia herida. Mil cretinos, Quim Monzó


Anagrama, 2008

         ¿Qué ocurre con nuestra perspectiva de la vida futura, a medida que nos vamos poniendo grandes? La pérdida de seres queridos, con quienes hemos transitado parte significativa de la vida, siempre entraña el desafío de proseguir sin ellos, por más que el dolor nos agobie en lo inmediato. La literatura ha encarado de diversas formas ese momento, o su paso previo: el (notorio) deterioro de aquellos que se acercan a abandonar este mundo. Sin ir muy lejos, encontramos un texto clásico sobre el dolor: Una pena en observación, de C. S. Lewis. También J. Banville algo nos ha expresado en El mar y, como si fuera poco, J. Barnes se sincera ante la muerte de Pam, su esposa, en Niveles de vida. Sin embargo, pocos autores echan una mirada ácida de la realidad -propia y ajena- que conlleva el envejecimiento humano. Éste es el caso.

         Un hijo que visita a su padre en un geriátrico, mientras lo ayuda a travestirse; un hombre que acepta el matrimonio con una mujer a la que no ama porque le anuncian que se va a morir en breve; una mujer madura que se deshace de todo lo que es de su marido porque descubre un engaño y sendas situaciones complicadas de aquellos hijos que tienen que hacer frente a uno o ambos padres en institutos para mayores, ocupan la primer parte del texto. La segunda la componen relatos cortos que abrevan en circunstancias extremas: la Virgen María negándose a engendrar a Jesús; un maestro que le pide compostura y modales a un alumno que se desangra, una mujer que regala a su marido cosas que son de su gusto y no el de él y otras tantas historias semejantes.


Monzó visitando la laguna de Chascomús, Pcia. de Buenos Aires, Argentina

          En esta colección de cuentos hay una burla cáustica, hiriente, que sobrevuela por encima de la realidad de los personajes, que se debaten entre obrar como la moral indica y la sociedad postula y el sentir verdadero de quien, expuesto a tener que tomar decisiones angustiosas, debe reprimir cualquier atisbo de renuncia y desconsideración.

          En un estilo directo y parco, Monzó despliega escenas donde aparecen con frecuencia la vejez, la muerte, el miedo, el desamor, la soledad, todos tomados con ironía y cierta dosis de sarcasmo, como si las heridas que provoca el dolor, cualquiera sea su naturaleza, pudieran ser soslayadas o conjuradas con una burla cruel e irreverente. Una mirada descarnada e irrespetuosa con temas con los que no se suelen hacer bromas.